Un Golpe De Zen
Hakuin solia hablarle a sus discipulos sobre una mujer mayor que tenia una tienda de te, alabando su entendimiento del Zen. Los estudiantes se negaban a creerle, y solian ir a la tienda a comprobalo por ellos mismos.
Cuando la mujer los veia entrar, podia saber de un vistazo si venian a por te o a fisgonear sobre su entendimiento del Zen. En el primer caso, los atendia con gusto. En el segundo, les pedia a los alumnos que les siguiesen a la trastienda. En el instante en que les obedecia, los golpeaba con un hierro para atizar el fuego.
Nueve de cada diez no escapaban sin un golpe.